Texto y fotos de Mariana Mejía
Son las cinco menos cuarto de la tarde y un pequeño grupo de turistas se pasea por el Raval admirando y fotografiando las pintadas en las paredes. Mike, un californiano apasionado por el arte urbano, narra al grupo la historia detrás del monstruo esquelético pintado sobre una caja de fusibles en la plaza de Terenci Moix.
“El arte es basura” es el provocativo lema que ha otorgado reconocimiento al artista pacense Francisco de Pájaro en la escena artística de Barcelona, la ciudad donde reside. Se inició como pintor surrealista, inspirado por figuras como Salvador Dalí, pero al llegar a Barcelona se encontró con que las puertas del mundo que añoraba no veían en él la próxima estrella. Frustrado por no lograr vender sus lienzos, vio en la basura -literalmente- la inspiración. Ciutat Vella se convirtió de repente en testigo de instalaciones de monstruos con expresiones aterradoras pintados sobre las bolsas y cubos de basuras.
Ese hecho tan absurdo hizo bastante ruido entre los dueños de galerías. Tras buscar al incógnito artista por meses, fue entrevistado por el mismo experto que alguna vez rechazó sus piezas surrealistas. Esta segunda oportunidad resultó en la venta de sus tan apetecidas obras en lienzo y hoy es el artista urbano de mayor crecimiento económico de la ciudad. Una de sus últimas piezas se vendió por 23.000 euros, asegura Mike a los impresionados turistas.
La caminata continua y al llegar a la Calle Aurora, Mike se detiene y advierte que contará una historia impactante. Los turistas se agrupan en medio de la lluvia, compartiendo el suspenso debajo de los paraguas y escuchan atentos.
En octubre de 2013, unos vecinos del barrio del Raval presenciaron un caso de uso excesivo de la fuerza por parte de un grupo de Mossos d’Esquadra. Juan Andrés Benítez, un empresario de Andalucía que se encontraba bajo los efectos de sustancias psicoactivas, fue golpeado hasta la inconsciencia. Pocas horas después, Benítez falleció en el Hospital Clínic.
Los vecinos filmaron los hechos ocurridos aquella madrugada en la Calle Aurora. “El vídeo viral de Youtube se grabó desde aquella ventana que ven”, señala Mike. Sus teléfonos móviles se convertirían en la prueba de oro en un proceso judicial que llevó a seis Mossos a ser sentenciados a dos años de prisión. La indignación por lo que muchos llamaron injusticia encontró su escape en el arte. Un terreno abandonado se convirtió en el Ágora Juan Andrés Benítez, un centro cívico que narra a través de murales injusticias como la de Benítez.
Éstas son algunas de las cautivadoras historias plasmadas en las calles de Barcelona. Historias que llevaron a Mike y Dominic a fundar Barcelona Street Style Tour hace ocho años. Un tour alternativo, que busca encontrar el sentido a los mensajes desplegados en las calles de algunos de los barrios más transitados de la ciudad: el Raval, el Gótico, el Borne, Poble Sec y el Poblenou. “Para mí el arte es cualquier cosa creada con un propósito que evoca una emoción. Los que dicen que el arte urbano es vandalismo, no saben de lo que hablan.”, asegura Mike a un grupo de tres profesoras de Bélgica que realizan el tour con el fin de probar el recorrido antes de la llegada de sus 30 estudiantes.
Mike dice haber encontrado la inspiración al realizar un recorrido alternativo por las calles de Berlín y decidió trasladar el concepto a Barcelona. Desde entonces, su tour ha aparecido en medios como The Guardian y La Vanguardia y ha obtenido un reconocimiento de cinco estrellas por los usuarios de TripAdvisor. Uno de sus mayores clientes son los grupos de estudiantes que de febrero a mayo reservan sin parar. Una de las profesoras belgas sostiene que la única forma de mantener interesados a jóvenes estudiantes es mostrándoles otra cara de la ciudad, con recorridos poco convencionales. “Mis estudiantes tienen alrededor de 16 y 17 años. Es difícil sorprenderlos ya que poco les interesa el típico tour histórico, por eso optamos por recorridos así”.
El Barcelona Street Style Tour busca llevar a sus clientes una mirada diferente a la ciudad, con el fin de entender que el arte no sólo pertenece a los museos. Pertenece a todos los habitantes de la ciudad. Son múltiples las categorías que yacen en las calles de la capital catalana: el ‘tag’, el ‘through up’, las piezas y las instalaciones. Desde 1975, cuando Barcelona vivió el boom del arte urbano, la ciudad ha construido un estilo propio, caracterizado por arte colorido, feliz e infantil.
Para Mike es claro que el arte urbano debe ser ilegal, pues debe tener lugar en el espacio público sin el consentimiento previo de los dueños de las propiedades. De lo contrario, se trata de muralismo. Por ello, resalta la necesidad de apreciar la habilidad del artista en cuanto a la rapidez con que debe ejecutar sus diseños. Sostiene que se debe admirar, al igual que el mensaje, la reflexión y la técnica para evitar multas de hasta 3.000 euros.
Diccionario del grafiti
El tag es la firma del artista, hecha de forma libre, a mano alzada y estilizada. Son nombres cortos, compuestos por letras y números, inspirados en calles e historias personales de cada artista.
El through up es el grafiti que conocemos comúnmente, el más clásico. Compuesto por dos colores generalmente, se trata de un color de relleno que cubre la superficie y un segundo color de marco, que forma el borde de las letras y hace legible el mensaje.
Las piezas son obras mucho más complejas. Con varios colores, diseños, usando diferentes estilos y técnicas.
Las instalaciones son obras en tres dimensiones, compuestas por diferentes materiales adheridos a la superficie, como cerámicas, latas, metales o cartones.
Barcelona, turismo y futuro 